martes, 11 de septiembre de 2007

Tenia que contarlo

La Escuela Albergue de Arroyito

Un lugar en mi mundo

Por Fabián Rodríguez *

En pleno desierto lavallino, a unos 5 kilómetros del límite de Mendoza con San Luís bien al Noreste de la provincia, hay una pequeña localidad conocida con el nombre de Arroyito. Casi como extraída de una postal de fines del siglo 19, el lugar bien podría ser confundido con un pueblo de aquéllas viejas películas del Lejano Oeste Norteamericano: Una polvorienta y amplia calle de tierra, una iglesia sin sacerdote ni monaguillos, dos guardianes de la ley, una proveeduría, menos de diez casas y una escuela componen el más exiguo paisaje urbano que jamás conocí.

Para llegar a Arroyito, sólo hay que ir por la ruta panamericana hasta la localidad de Las Catitas, en Santa Rosa, girar hacia el norte y desandar los 105 kilómetros de tierra, piedras, pozos y animales peligrosamente sueltos de la escasamente mantenida Calle Guiñazú (1).

Mirando con un poco más de atención y detenimiento se distingue una antiquísima pista de aterrizaje, un gran tanque de agua (sin agua), corrales con animales y, un poco más allá, infaltable, un pequeño cementerio. Centro de Salud y Registro Civil funcionan en sendas casas y atienden al momento de ser necesitados. Todo, pero absolutamente todo, rodeado de una inmensa, pero muy inmensa “inmensidad”.

La Comunidad Educativa y sus proyectos

Cerca de 20 profesores y unos 60 alumnos componen la pequeña comunidad educativa de Arroyito. Algunos pibes vienen de muy lejos, tanto como 70 kilómetros, y otros, los menos, solo tienen que cruzar la calle para entrar. Cinco jornadas, de miércoles a domingos, dos veces por mes, con un régimen de cursado que va desde las 7 de la mañana hasta las 9 de la noche hacen que la palabra convivencia tome su verdadero significado. Son cinco días en donde alumnos, profesores, celadores, cocineras y preceptores se sientan a la misma mesa a compartir una misma comida en el amplio salón de la escuela.

En Arroyito y particularmente en la escuela-albergue cuidar el agua es algo que se toma muy en serio ya que se trae desde el departamento de La Paz (2) y una vez que se acaba, no hay de donde conseguir más, por lo menos hasta que vuelva el camión tanque. Por cierto, toda el agua se deposita en una cisterna, casi a cielo abierto.

Pero a falta de recursos y tecnología, lo que sobran son ideas y ganas de llevarlas adelante. Por ello y con la ayuda de los profesores y vecinos, los alumnos han desarrollado una huerta orgánica con riego por goteo con la intención de proveer de verdura fresca a la cocina de la escuela, pero también aplicar los conocimientos que día a día van adquiriendo gracias al perfil de la institución. Además están desarrollando un proyecto turístico con la idea de captar viajeros del mundo que quieran conocer las verdaderas costumbres del campo argentino, y especialmente de la dura vida en el desierto lavallino, uno de los más secos del mundo. Además se han tomado muy en serio el tema de adquirir una segunda lengua a través de un taller de conversación que se dicta a la hora de la comida, en donde se habla exclusivamente en inglés. También están diseñando cartelería en español e inglés para la señalización del lugar. La idea no es descabellada, ya que cada vez más frecuentemente se ven pasar por el lugar modernos vehículos con visitantes ávidos de degustar un rico chivito asado, un buen costillar recién faenado y por qué no, asistir a una yerra o compartir labores de campo con los puesteros.

Tengo que confesar que hasta hace menos de seis meses yo no conocía Arroyito ni me imaginaba que existiera. Pero fue esa misma ignorancia y un poco de mi habitual “despiste” lo que me llevó a tomar unas horas de inglés en la Escuela Albergue de Arroyito. Entonces no pensé que lo que estaba haciendo era ni más ni menos que emprendiendo una gran aventura y una inolvidable experiencia de vida. A partir de ahí y cada quince días repito el mismo ritual de preparar mochilas o bolsos, cargarlos con lo mínimo indispensable para una breve pero intensa estadía en el lugar.

Es cierto que todo queda bastante lejos e incomodo de llegar. Que la calidad de vida no es la mejor, ni la más alta. Pero también es cierto que la experiencia está buena. Hay historias pequeñas a cada momento, hay vínculos muy fuertes entre los alumnos, hay problemas como en todos lados, hay sueños, hay expectativas y, por sobre todas las cosas, hay un gran respeto por las costumbres de ése, su lugar.

* Fabián Rodríguez es profesor de inglés en varias escuelas de la zona este. Periodista y actual Jefe de Prensa del ACSM.-

(1) Dirección Provincial de Vialidad.-

(2) Gracias a la gestión de Gustavo Pinto, Intendente de La Paz.-

Alumnos 8vo

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